Con fuerza en la lucha y ternura en la acción, mujer forjada con fuego patrio.
Somos una humana especie que no
se basta por sí sola. Somos un archipiélago surrealista en permanente
movimiento cuyas islas y promontorios se topan y se abandonan para luego volver
a reencontrarse. Somos constelación en la que cada persona como hermosa
luminaria es imprescindible para completar la figura. Cada vida humana merece
contarse aunque no todas se escriban y publiquen.
Hay vidas que dejan el
anonimato, abandonan el ámbito doméstico y se convierten en bien público. Es el
caso de los llamados “personajes de nuestra historia”. Gente que, en un momento
dado, hicieron actos heroicos sencillamente porque los consideraron su deber.
Josefa Venancia Camejo Talavera
(1791-1863), nacida el 18 de mayo en Paraguaná, estado Falcón, en un hato
cercano a la población El Vínculo y conocida como “La Camejo” o “Doña Ignacia”,
es uno de estos ejemplos. Mujer trimórfica, Kore-Hécate-Demeter: niña
traviesa, joven seductora, madre abnegada, toma lo mejor de estos elementos
arquetipales para formar su personalidad. Mujer resuelta en las notas
implacables de la batalla que libra al frente de ejércitos completos o pequeños
grupos de personas esclavizadas mientras reinventa amaneceres y busca definiciones, intuyendo que el crecimiento no
llega nunca a término.
De niña se escapa del convento donde la ha confinado su padre al
procurar su educación católica y se va al patio donde convive la servidumbre de
su casa para escuchar sus cuentos. El conocimiento académico es necesario y
útil si se contrasta con la realidad y aporta a ésta para transformarla, no si
se queda aprisionada en el claustro. Esta afición por los relatos y la impronta
libertaria que le brinda el hecho de ser testigo de la Declaración de Independencia
el 19 de abril de 1810 la llevan luego, en la adolescencia, a frecuentar los
círculos donde se discuten ideas republicanas.
En una sociedad occidental masculinizada y
patriarcal como la nuestra, sorprende ver cómo este modelo se resquebraja ante
las dificultades y lo femenino (esos atributos, valores, características
asignadas socialmente a la mujer) en momentos de crisis se activa más
profundamente y brinda la posibilidad de sobre-vivir de modo más asertivo. La
Camejo, siendo una joven veinteañera, felizmente casada y con dos hijos,
alterna sus labores de esposa y madre con los avatares de la guerra
independentista.
Así, ante la amenaza que mantenía el ejército
realista a la ciudad de Barinas en 1811, Doña Ignacia y otras diecinueve
mujeres redactan un documento titulado Representación que hace el Bello Sexo al
Gobierno de Barinas el cual da fe de ese empuje tan necesario.
Josefa Camejo es valorada como
heroína por este episodio y el acompañamiento dado al ejército patriota en su
marcha a la Nueva Granada. Después de haber soportado horas sin descanso, haber
padecido en el espíritu el dolor y la incertidumbre, transcurrir largo tiempo a
la intemperie, llegar a un refugio y no conformarse con reponerse sino dedicarse
al trabajo, eso significa entereza. Finalmente, habiendo retornado a Paraguaná
protagoniza el levantamiento armado que liberará la Provincia de Coro.
Hay momentos que toca ir a la vanguardia; en otros hay que permanecer en la retaguardia. La sabiduría estriba en distinguirlos. Proteger y dejarse ayudar son tiempos de un mismo compás. Para vivir no se vale obviar la mitas d elo que somos. Ciertamente hay guerras que se ganan en el campo de batallamas las causas importantes ameritan constancia en luchas no armadas con fuego y plomo sino con astucia, palabras y compromiso.
Palabra: Ileana Ruiz
Dibujo: Xulio Formoso
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