Brama la nostalgia en pleno apogeo con su luna
creciendo en nuestro horizonte: “todo lo
que quise lo quise solo”.
Somos soledades comunicantes conectados por una
base común. Tenemos distintas formas de ser y tal vez encontradas posiciones en
el actuar pero cuando las emociones líquidas de nuestros signos gotean,
alcanzan el mismo nivel en nuestros corazones impidiendo que uno solo sea
rebasado y colapse el alma.
Nos
encontramos en la palabra, esa letra en carne viva. Coincidimos un siete de
octubre leyendo a Edgar Allan Poe: un poeta para no dormir. Nos amamos con
desmesura desmintiéndolo cuando dice “de
la misma fuente no he tomado mi pena; no se despertaría mi corazón a la alegría
con el mismo tono”. No. No hay coincidencias porque nadie ama de la misma
manera dos veces.
¿Por qué Poe esgrimía un artefacto para escudriñar las
estrellas si él mismo fue un telescopio para mirar el universo interior? Tal vez
porque su cuento, prolongado en el nuestro, sucumbe en el principio y se
reinicia en el final. Tus ojos jamás volverán a mirar la luna sin buscar en
ella el reflejo de lo perdido…y sin embargo. No importa que la mayoría te
requiera, sabes que el reclamo por tu partida es mío.
Tememos. Nos tenemos. ¿Hasta qué punto eso nos
redime de incurrir en desacato? ¿Puede un beso certero ahuyentar al cuervo que
grazna ¡nunca más! azuzando el dolor del amante afligido? ¿Será que somos solo
pesadilla intensa en sueño ajeno?
Quisiera como Allan Poe sufrir el horror de
escribir bien mas no hay relato que me soporte.
Nada hay más ficticio que la realidad.
Palabra: Ileana Ruiz
Dibujo: Xulio Formoso
No hay comentarios:
Publicar un comentario