Las
casas de los cerros se derrumban, las de las colinas, no. Y no es por problemas
de alarifes ya que las casas de cerros y colinas son construidas por el
mismo Juan y María Albañil. Son
problemas de improvisación, falta de cálculos estructurales y arquitectónicos,
asesoría técnica de ingeniería urbana y baja calidad de los materiales
empleados.
En
las colinas falta el agua un día a la semana, racionamiento programado,
comedido y necesario para el ahorro ecológico de tan preciado derecho humano.
En los cerros llega el agua un día a la semana por lo que los pipotes y baldes
constituyen injustamente el decorado interno de cocinas, baños y lavanderos.
En
los cerros hay que “robarse la luz”, en
las colinas se paga por el suministro eléctrico. En los cerros hay que subir
enésimos escalones individualizados en cuanto a altura y medida de pisada para
llevar a casa el mercado, la bombona de gas, los bloques y cemento para ampliar
el cuarto o bajar en brazos y a la carrera a la parturienta que ha roto fuente,
no sea que para en la escalera. En colinas el vehículo llega hasta la puerta.
Son
desigualdades en las alturas de la
geografía de una misma patria.
Es
tiempo de repensarse la construcción de los barrios. Ahora bien, hay que
hacerlo con el espíritu solidario y humanamente bonito de quienes habitamos los
cerros. Pensarse un urbanismo con lugares para el encuentro. Lugares vivos, no
estructuras cerradas y exclusivas. Algo que se identifique con la esquina del
callejón, o la ampliación de la escalera donde se pueda hacer la fogata
ideológica, encaramar el templete en carnaval o quemar a Judas.
Necesitamos
paredes que protejan la intimidad familiar pero con ventanas que permitan saludar
a quienes compartimos vecindad, viviendas con un porche literario abierto a la
calle. Caminerías por las que se pueda bailar
al santo, recorrer en procesión con la paradura del niño al ritmo del
tobo-tambor y el rallo-charrasca.
No
queremos el portón eléctrico para encerrar paranoias. Queremos vivir en privacidad
lo cual no implica que todos y todas no se metan en nuestras vidas: los logros
personales son logros comunales y los duelos se superan si se lloran en
colectivo.
No
queremos vivir cuidando cosas y casas de lujo. Queremos tener la libertad y
felicidad de vivir en tierra firme pero en un barrio bonito.
Palabra: Ileana Ruiz
Dibujo: Xulio Formoso
No hay comentarios:
Publicar un comentario