jueves, 5 de septiembre de 2013

Blues Boy King









I

Así como el Tirol austríaco es el lugar de nacimiento del vals, los arrabales del Río de la Plata el del tango o las tabernas de Lisboa el del fado, El Delta del Mississippi es el lugar de nacimiento del blues. Y así como el fado es la fatiga del alma y el tango es un sentimiento que se baila, el blues es un sentimiento que se canta. Canción de trabajo, canción de oración, rimas inglesas, baladas irlandesas y escocesas y herencia directa africana occidental. Todo eso es blues. Y mucho más que eso también. Para ser un bluesman, no es absolutamente necesario que vengas del Delta pero ayuda, y mucho. Y tampoco es condición indispensable de credenciales el que hayas echado escardilla y doblado el lomo en un campo de tabaco o algodón, pero si lo has hecho y has sabido conjugar la tradición de llamada y respuesta tribal transformando todo eso en una interacción entre guitarra y voz, entonces estamos hablando de sensibilidades, sentimientos, conmociones, afectos, tristezas del alma, dolor con desgarramiento por desamores, deslealtades y falsías, heridas sangrantes y supurantes de corazón, testículos y ovarios, entonces mi amigo, estamos hablando de blues. Tanto el blues como el country surgen en las mismas regiones sureñas de Estados Unidos en el XIX. Y se comienzan a hacer grabaciones en los años veinte del siglo pasado cuando la incipiente industria discográfica crea categorías de marketing denominadas “música racial” y “música hillbilly” para vender canciones a negros y blancos, respectivamente. En esa prehistoria de los géneros no hay una clara distinción entre ellos, excepto por la raza y el aspecto de los intérpretes y a veces, ni eso. La idea era hablar de Blues Boy King, mejor conocido como B.B.King pero me quedé en la introducción. Seguimos en la próxima.




II

Nacido en una cabaña sobre una plantación de algodón cercana a Itta Bena, Mississippi, Riley B.King cumple este 16 de Septiembre 88 años y contando. Ineludiblemente, por raza y antecedentes, a los 9 ya estaba recogiendo copos blancos y cantando en las calles, lo cual es una excelente manera de iniciarse en esto del blues. Hay quien dice que el blues es la madre de todas las músicas del siglo XX; en todo caso, en estas primeras décadas del siglo, para un negro aparcero en el profundo Sur resultaba imposible eludir que las cenizas de su historia serpenteaban por una realidad estéril dispuesta a enterrar esperanzas. Riley decidió que eso de rendirse ante lo perverso de la cotidianeidad era como entregarse a los que no sueñan, a los que no aman y a los que visten de luto los corazones de los que los rodean. En los cuarentas, King consigue un trabajo de DJ en una importante radio de Memphis y alterna con actuaciones en clubs locales. Una noche hay una pelea en el club entre dos parroquianos por una mujer, como consecuencia el local se incendia y King se mete a rescatar su Gibson acústica. La mujer por la que pelean se llama Lucille y Blues Boy King decide a partir de entonces que esa Gibson y todas las que vendrán después se llamarán Lucille. Son innumerables los discos grabados, las canciones compuestas, los Grammys y los premios de todo tipo recibidos por este músico insigne. Su manera de tocar es única y crea escuela. Sin nungún deseo de convertir esta columna en una reseña lavada con multitud de fechas y acontecimientos tipo wikipedia, solo debería concluír que el King más que una referencia musical es definitivamente, una referencia histórica y que su música suele ser un ejercicio de metafísica inconsciente, en la cual el espíritu no sabe que hace filosofía.

Palabra y dibujo: Xulio Formoso

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