I
Así como el Tirol austríaco es el
lugar de nacimiento del vals, los
arrabales del Río de la Plata el del tango
o las tabernas de Lisboa el del fado,
El Delta del Mississippi es el lugar de nacimiento del blues. Y así como el fado
es la fatiga del alma y el tango es
un sentimiento que se baila, el blues es
un sentimiento que se canta. Canción de trabajo, canción de oración, rimas
inglesas, baladas irlandesas y escocesas y herencia directa africana
occidental. Todo eso es blues. Y
mucho más que eso también. Para ser un bluesman, no es absolutamente necesario
que vengas del Delta pero ayuda, y mucho. Y tampoco es condición indispensable
de credenciales el que hayas echado escardilla y doblado el lomo en un campo de
tabaco o algodón, pero si lo has hecho y has sabido conjugar la tradición de
llamada y respuesta tribal transformando todo eso en una interacción entre
guitarra y voz, entonces estamos hablando de sensibilidades, sentimientos,
conmociones, afectos, tristezas del alma, dolor con desgarramiento por
desamores, deslealtades y falsías, heridas sangrantes y supurantes de corazón,
testículos y ovarios, entonces mi amigo, estamos hablando de blues. Tanto el blues como el country
surgen en las mismas regiones sureñas de Estados Unidos en el XIX. Y se
comienzan a hacer grabaciones en los años veinte del siglo pasado cuando la
incipiente industria discográfica crea categorías de marketing denominadas
“música racial” y “música hillbilly” para vender canciones a negros y blancos,
respectivamente. En esa prehistoria de los géneros no hay una clara distinción
entre ellos, excepto por la raza y el aspecto de los intérpretes y a veces, ni
eso. La idea era hablar de Blues Boy King, mejor conocido como B.B.King pero me
quedé en la introducción. Seguimos en la próxima.
II
Nacido en una cabaña sobre una
plantación de algodón cercana a Itta Bena, Mississippi, Riley B.King cumple
este 16 de Septiembre 88 años y contando. Ineludiblemente, por raza y
antecedentes, a los 9 ya estaba recogiendo copos blancos y cantando en las
calles, lo cual es una excelente manera de iniciarse en esto del blues. Hay quien dice que el blues es la madre de todas las músicas
del siglo XX; en todo caso, en estas primeras décadas del siglo, para un negro
aparcero en el profundo Sur resultaba imposible eludir que las cenizas de su
historia serpenteaban por una realidad estéril dispuesta a enterrar esperanzas.
Riley decidió que eso de rendirse ante lo perverso de la cotidianeidad era como
entregarse a los que no sueñan, a los que no aman y a los que visten de luto
los corazones de los que los rodean. En los cuarentas, King consigue un trabajo
de DJ en una importante radio de Memphis y alterna con actuaciones en clubs
locales. Una noche hay una pelea en el club entre dos parroquianos por una mujer,
como consecuencia el local se incendia y King se mete a rescatar su Gibson
acústica. La mujer por la que pelean se llama Lucille y Blues Boy King decide a
partir de entonces que esa Gibson y todas las que vendrán después se llamarán
Lucille. Son innumerables los discos grabados, las canciones compuestas, los
Grammys y los premios de todo tipo recibidos por este músico insigne. Su manera
de tocar es única y crea escuela. Sin nungún deseo de convertir esta columna en
una reseña lavada con multitud de fechas y acontecimientos tipo wikipedia, solo
debería concluír que el King más que una referencia musical es definitivamente,
una referencia histórica y que su música suele ser un ejercicio de metafísica
inconsciente, en la cual el espíritu no sabe que hace filosofía.
Palabra y dibujo: Xulio Formoso
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